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¿NO ENTIENDES PORQUÉ TE DEJÓ TU EX?

  • vivancosenrique
  • 13 sept 2024
  • 17 Min. de lectura

Actualizado: 5 nov 2024





¿No te explicas lo que ha pasado? ¿Cómo es posible que te haya dejado si te quería tanto? ¿A lo mejor no te quiso y tú te auto engañabas? ¿A lo mejor él/ella no sabe querer de verdad aunque lo decía?

Estas y otras muchas preguntas de este estilo te llevan martirizando desde el momento de la ruptura, y tu cabeza las da vueltas y vueltas tratando de componer el puzle y hallar una explicación. Una explicación que te proporcione la calma necesaria para no seguir torturándote con lo que tú has podido hacer mal, y que te permita una narrativa donde ya sepas donde están los fallos y no te vuelva a pasar lo mismo en el futuro.


Y de esta manera, quizás tu concluyas que el problema fue tu elección: "nunca más vuelvo a salir con un tipo como este". O quizás tu seas de los que concluyen que eres tú quien debe hacer cambios: "ya no volveré a hacer esto así y de esta forma todo irá mejor en mi siguiente relación". Y por supuesto versiones intermedias a estas dos.


En cualquier caso, todo tu discurso gira ahora mismo en comprender lo que sucedió, para que tu mundo vuelva a ser seguro y de nuevo vuelvas a poder confiar en los demás y seguir adelante sin cambiar la manera en la que entiendes el amor y el mundo de la pareja.

Pero, ¿y si tienes cierta experiencia con las relaciones y te has visto ya en una ruptura en demasiadas ocasiones? ¿Qué sucede? ¿Qué siempre eliges mal? ¿Evitas cometer una serie de errores pero caes en otros nuevos?. Quizás ha llegado el momento de replantearte tus creencias acerca del amor y el mundo de la pareja, para dar con un punto de vista que explique mejor lo que sucede y no te genere la frustración actual porque "las cosas en el amor no te salen bien".


Por todo esto, voy a dedicar el presente artículo a explicar varios conceptos generales acerca del amor y la pareja, que creo que proporcionarán un encuadre más realista acerca de este tema que el que la mayoría de la gente suele tener en la cabeza cuando se mete en una relación.

Cabe aclarar aquí, que voy a referirme especialmente a relaciones largas (mínimo seis ocho/meses) y en las cuales se ha explicitado el compromiso de permanecer juntos a muy largo plazo y con proyecto de vida incluido. Quiero incidir en este tipo de relaciones especialmente, ya que son las que generan más contradicción en el momento de la ruptura, pues resulta difícil entender como alguien falta a su palabra en todos los compromisos típicos de fidelidad, comprar una casa, tener hijos etcétera. O la versión en la que habiéndose dado este tipo de implicación, decide abandonarla con todos los inconvenientes sentimentales y administrativos (hipoteca, convenio regulador con los hijos, dividir el negocio, etcétera.) que acarrea.

Al resto de relaciones más cortas y de menor grado de compromiso también pueden aplicárseles los siguientes criterios, pero lógicamente, si salías con alguien y en ningún momento hubo proyecto de futuro ni compromiso de amor eterno, no resulta tan contradictoria la ruptura por entenderse que la persona quizás no estaba del todo convencida con la relación como para dar esos pasos y, por tanto, en algún momento decide partir para buscar otra relación donde sienta que debe comprometerse más.

Pues bien, habiendo aclarado esto empecemos:


  • El tiempo y la intensidad emocional.


Tú, como todas las personas, tienes ya una cierta experiencia con el hecho de que después de X tiempo empiezas a cansarte de las cosas;

Te encantó una canción, pero tras escucharla veinte/treinta/cuarenta veces notas que ya no te ilusiona ni emociona igual. Mientras que, en paralelo, ha salido otra canción que sí logra emocionarte mucho de nuevo, por lo que poco a poco dejarás de escuchar la canción antigua y escucharás más la nueva.

O descubres un nuevo restaurante que te encanta y te parece el mejor del mundo, hasta que tras x visitas y conocer ya los mejores platos, la ilusión va bajando y tu interés por seguir visitándolo disminuye.

O una serie, que te parece fabulosa al principio, pero que tras cuatro temporadas de, más o menos lo mismo, empieza a aburrirte.

Todo esto, en resumidas cuentas, viene a demostrar que ningún estímulo  puede proporcionar intensidad emocional alta tras un número elevado de ensayos de presentación.

Y ¿por qué tu cerebro es así y hace que ninguna cosa buena dure mucho?. Porque es imprescindible para nuestra adaptación al medio y la supervivencia de nuestra especie en el planeta que ningún estímulo doloroso dure mucho tiempo. Porque seguro que también tienes experiencia de esto:

Empiezas un nuevo trabajo, y al principio se te hace durísimo, pero luego te acostumbras y es como si nada.

Te llevaste una desilusión tremenda  porque tu equipo perdió en la final del campeonato, pero tras seis/siete días ya casi no te afecta.

Tuviste una vergüenza terrible por algo que hiciste el sábado por la noche delante de todo el mundo, pero a los diez días se te pasa.

O los primeros días de frío, en qué crees que te vas a helar durante el invierno, pero luego descubres que te acostumbras aunque la temperatura ha continuado bajando día tras día. O esta misma situación actual, en la que te sientes muy, muy mal por la ruptura, pero dentro de unos meses seguro te encontrarás mucho mejor. 


Es decir, este mecanismo permite que tampoco lo malo dure mucho y que nuestro organismo se pueda acostumbrar a condiciones de vida difíciles y con un nivel de sufrimiento bajo, lo que es, como dije antes, fundamental para nuestra adaptación al medio y deseo de supervivencia. Porque si lo malo durará mucho no querríamos vivir y la especie correría riesgo de extinción. Por todo ello, nuestro cerebro es fabuloso para que nos adaptemos a cualquier situación por incómoda que sea, pero en contrapartida es bastante torpe de cara a hacernos felices de manera estable en el tiempo, condenándonos a una perpetua búsqueda de estímulos nuevos para mantenernos emocionados positivamente.


Y si no crees firmemente en esto, tu mismo puedes poner a prueba los ejemplos anteriores:

Elige tu comida favorita y cómetela diariamente y sin intercalar otra comida distinta. Si eres capaz de mantener el experimento, irás notando como progresivamente va perdiendo esas características tan atractivas que tenía y, poco a poco, va pareciéndote como una comida cualquiera. Y es más, si a partir de que ya no te produzca una estimulación positiva, continuas administrándotela diariamente, y como dijimos sin alternarla con otra, descubrirás sin duda como progresivamente va generándote una estimulación negativa, pudiendo llegar a aborrecerla totalmente en el plazo de una semana.

Y exactamente lo mismo si eliges tu canción favorita y te la pones ininterrumpidamente durante horas. Se dará el mismo efecto de pérdida de estimulación positiva y progresivo aumento de la estimulación negativa, hasta el punto de que se te hará insoportable continuar escuchándola.

Y el amor, como cualquier otra emoción, está sujeto a las mismas reglas.

Es decir, el amor, tras usarlo mucho, se acaba.

Por supuesto que una persona, que es la "causante" de tu amor, es un estimulo mucho más dinámico y cambiante que un plato de espaguetis, lo que explica que podamos seguir pasionalmente enamorados durante dos o tres años a lo sumo. Pero lo dicho, por muy cambiante, creativa e incluso imprevisible que sea una persona, tras tres años ya lo has visto todo y la estimulación positiva irremediablemente bajará.

¿Esto significa necesariamente el final de la pareja?. Por supuesto que no. Pero significa que ambas partes deben renunciar al amor pasional de los primeros años y encontrar otros motivos para quedarse en la pareja. Y motivos sobran: estabilidad, cariño mutuo (diferente al amor pasional), disfrute a la hora de compartir cosas o resolver problemas juntos, la educación de los hijos, sacar adelante nuestro proyecto de vida etc. Pero si tu pareja, por encima de todo esto ( y esto ya son variables personales de cada uno) valora especialmente el sentirse muy querido/a y el amor pasional, la relación tiene los días contados.

Sin embargo, para muchas personas, estas variables referidas anteriormente si son motivos suficientes para quedarse en la relación, y son la explicación de que muchas parejas se hayan mantenido unidas mucho tiempo. Incluso toda la vida, como muchos de nuestros abuelos e incluso padres. Pero.....


  • Grandes cambios sociales en España y Europa durante los últimos cincuenta años.


Nuestra sociedad ha cambiado mucho en el último medio siglo. Hemos pasado de una sociedad dictatorial a una democrática, en la que los sujetos hemos ido logrando cada vez  cotas más altas de libertad. Y en términos generales, creo que a todos nos gusta sentirnos libres. Y más allá de la situación puntual en España, en el mundo occidental en general, cada vez se potencia más el ser felices, disfrutar la vida, huir del dolor, vivir experiencias estimulantes, etc. Y claro, con lo que hemos explicado antes en el punto anterior, si uno quiere sentirse positivamente emocionado, debe cambiar a menudo. Y lo observamos todos cotidianamente: queremos ropa nueva, coche nuevo, teléfono móvil nuevo, zonas nuevas de ocio, etc. 

Y en el otro polo, en el del malestar, te enfadas con el banco y a la mínima te cambias a otro. Ves una oferta de una compañía de móviles y te cambias. Ves un piso con un alquiler más barato y cambias. ¿Tu grupo de amigos ya no quieren jugar al fútbol? Te buscas unos nuevos que si les guste el fútbol.


Es decir un cambio de paradigma en el que el objetivo de la vida es disfrutar, ser feliz y sufrir lo menos posible, Un paradigma en el que el mayor compromiso lo tenemos con nuestra felicidad o bienestar y no con otras instituciones o personas.

Y lógicamente esto ha tenido sus consecuencias en la duración y estabilidad de las parejas. A día de hoy no hay una presión social, como si la había antiguamente, por mantener la pareja unida, donde se era muy crítico con los divorcios y separaciones y de alguna manera la institución de la pareja o el matrimonio estaban por encima de las libertades individuales. A día de hoy la presión social, por el contrario, aumenta por quedarte en la pareja si esta ya no satisface tus expectativas. Tendrás a todos tus amigos y familia diciéndote que dejes a tu pareja si ya no te hace feliz, recordándote que el único compromiso que realmente importa es el que tú tienes con tu propia felicidad.

Y todos estos cambios creo que están muy bien, porque ponen a la persona en primer lugar y maximizan nuestras posibilidades de ser felices. Ya no están limitadas nuestras posibilidades de cambio, y se nos permite la búsqueda de situaciones mejores o simplemente novedosas, por agotamiento emocional de las anteriores.

Y buena muestra de lo beneficioso de este enfoque es la constatación de que todas las sociedades modernas se mueven en esta dirección de dar mayor libertad al individuo.

Pero claro, como nada es perfecto, el problema ahora es como manejarse con la libertad de los otros y ser capaces de asumir situaciones tan cambiantes y poco estables. Es decir, nuestra tolerancia con la libertad del otro. Entiendo que a todos nos gusta sentirnos libres para dejar a alguien si ya nos resulta insoportable, pero nos molesta mucho que nos dejen si nosotros aún queremos seguir en la relación.


Pues bien, de los dos puntos anteriores una conclusión se extrae con facilidad: la duración de las parejas en nuestros tiempos tiende a ser cada vez menor, especialmente en la medida que aumentan nuestras expectativas de sufrir poco y experimentar emociones fuertes y libertad.

Por lo tanto, creo que es muy importante pensar en valorar una relación, no por lo que dura, sino por la felicidad y bienestar que nos produjo. Y en consecuencia también, no vivir el final de una relación como un fracaso personal, ya que el pretender que dure indefinidamente parece una expectativa muy exigente y algo desajustada a los tiempos que corren. Y todos sabemos que ponerse metas muy, muy altas es garantía de frustración.


Tú probablemente estés encajando todo esto como un jarro de agua fría respecto a tus ilusiones y el romanticismo en general. Pero si lo piensas bien, no es necesariamente así, ya que puedes seguir enamorado toda la vida si cambias con frecuencia. O podrás mantener tu pareja estable muchos años si renuncias a cierto apasionamiento, a cambio de otras emociones.


Para lo que sí efectivamente resulta un jarro de agua fría es respecto a tus deseos de seguridad y estabilidad personal.  A todos nos gustaría que las cosas solo cambiarán cuando yo quiero, y que una vez conseguida la pareja, yo pudiera relajarme y centrarme en otras cosas, teniendo la seguridad de que este tema está resuelto, porque mi pareja me prometió amor eterno. Pero desgraciadamente no, no debe uno relajarse ni pensar que la situación es estable y definitiva. Porque aunque él/ella probablemente no te miente cuando dice que estará contigo toda la vida (no tiene intención de engañar, simplemente se equivoca), en realidad está prometiendo una cosa que ni él/ella sabe si podrá cumplir, ya que la persona que lo está prometiendo no conoce del todo a la persona a la que le tocará cumplirlo, que es su propio yo de dentro de tres años y con el agotamiento alcanzado a lo largo de ese tiempo. En realidad es como empezar a correr una maratón y garantizar a todos en el primer kilometro que vas a terminar la carrera y además rápido, porque ahora mismo te sientes muy bien y a tope de energía. Probablemente todo el mundo te diría que ese discurso será más convincente si lo enuncias en el Km 25, o incluso más todavía si es en el Km 35.

Y aunque todos sentimos en un momento concreto este deseo intenso de pasar toda nuestra vida con una persona en particular, y ahí nos resulta muy verdadero que nuestro amor será eterno, con el tiempo, ya sabemos que las emociones tienden a ir perdiendo intensidad.

Y lo sabemos, no sólo por todo lo explicado previamente, sino también porqué con la mayoría de emociones actuamos de manera distinta a como lo hacemos con el amor.

Por ejemplo, te enfadas un montón con un amigo por un problema que habéis tenido y sientes que no le vas a volver a hablar en la vida. Pero otros amigos te dicen que no actúes en caliente y que lo pienses un poco. Y efectivamente a los pocos días se pasa un poco el enfado y ves posible una reconciliación.

Otro ejemplo: tienes un accidente de circulación y desde ahí coges miedo y te dices a ti mismo que jamás te vuelves a subir a un coche. Todo el mundo te anima a que lo vuelvas a intentar, que ha sido mala suerte, que podrás superarlo, etc. Y efectivamente, semanas después vas intentando, el miedo va remitiendo, y poco a poco vuelves a conducir con normalidad.

En ambos ejemplos queda patente que, tanto tú como tú entorno, tenéis claro que no hay que seguir lo que te dicte la emoción en caliente y que días después perderá intensidad y pensarás y actuarás de otra manera. Pero con el amor, siendo una emoción exactamente igual que las anteriores (rabia y miedo en los ejemplos) la gente tiende a actuar de otra manera:

Le dices a una amiga "he conocido a un chico fantástico, estoy super enamorada y me veo pasando toda mi vida con él, estoy segura que es el amor de mi vida" Y es muy posible que tu amiga te conteste "¡cuanto me alegro por ti! ¡ojalá me pase a mi también!" Es decir, no hay crítica, no hay cuestionamiento acerca de la autenticidad de estas afirmaciones como si las había en los casos anteriores. Rara vez a estas afirmaciones tan categóricas se contesta algo del estilo a: " bueno a lo mejor te parece eso ahora, pero creo que no es bueno que te comprometas tan a largo plazo, porque lo mismo luego en un par de años se te pasa". Que sería planteamiento más realista respecto a cualquier emoción, amor incluido.

El porqué el amor tiene este diferente trato y se llegan a afirmar cosas tan poco realistas como: "el amor verdadero todo lo puede", "si os queréis de verdad nada os podrá separar"," si se va ahora es que nunca te quiso de verdad" y cosas por el estilo, habría que buscarlo en toda la épica respecto a esta emoción vertida a lo largo de los años en innumerables novelas, películas y canciones, que nos dan una visión del amor fantástica y muy alejada de la realidad.


Pero dejemos para otro día todo el asunto del peso cultural del concepto del amor romántico y volvamos a nuestros deseos de estabilidad y seguridad.

Nos gustaría que nunca nos despidieran de nuestro empleo y tener nosotros la libertad de irnos cuando nos salga una oferta mejor. Nos gustaría que nuestros amigos estén disponibles para mí, pero tener yo la libertad de ir o no oír en función de otros planes que me surjan. Me gustaría tener la seguridad de saber que si hago x cosas respecto a mi alimentación no enfermaré nunca. Me gustaría tener la seguridad de que si conduzco con precaución nunca tendrá un accidente. Es decir, queremos una seguridad que está reñida con la libertad de los otros o directamente, que es una quimera porque, aunque reduzca riesgos siendo prudente y cauteloso en todo, muchas veces te pueden pasar cosas malas en la vida simplemente porque te tocó. Por tanto, la solución va más bien de asumir que habrá cambios, a veces buenos y a veces malos, pero que tu cerebro se apañará para que te adaptes.

Esta apertura al cambio y la aceptación de que las cosas no siempre irán bien hagas lo que hagas, es una opción mucho más realista que aferrarse en controlarlo todo para que no me pase nada malo. La salud mental se define más por la flexibilidad y la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas que por la rigidez y la especialización a un entorno concreto, que en nuestros días tienden a ser poco duraderos. En nuestro mundo todo cambia y rápido.

Por todo ello, y volviendo a las rupturas sentimentales, es muy importante que no te tomes demasiado en serio las explicaciones de tu ex en la ruptura, donde sin duda criticó aspectos muy personales de ti mismo o de la relación. Aún asumiendo que todos tenemos defectos y hemos hecho cosas mejorables a lo largo de la relación, la variable más importante en la ruptura es simplemente que el otro se cansó.

Y lo puede ver uno todos los días si observa la conducta y explicaciones de la gente:

A una adolescente que trataba hace varios años la encantaban las emociones fuertes, y lo vehiculizaba a través de parques de atracciones. En concreto le encantaba ir al parque Warner, y lo hacía muy a menudo. Con el tiempo, y como era de esperar, su interés por el asunto bajó y cada vez lo visitaba menos. Cuando la pregunté acerca de porqué prácticamente había dejado de ir, su respuesta fue "es que está muy lejos y es muy caro". Y por supuesto que es caro y está lejos de Madrid, pero no estaba más lejos ahora que antes, ni los precios se habían disparado ahora. Siempre fue caro y siempre estuvo muy lejos. Lo que ella no añadía a su explicación era como, con su grupo de amigos, poco a poco se había ido introduciendo en algún deporte de riesgo que era su actual forma de vehiculizar su búsqueda de sensaciones fuertes. Es decir, el parque Warner siempre tuvo inconvenientes, pero la estimulación tan positiva que le generaban a mi paciente las atracciones los compensaba con creces. Cuando, por el uso continuado, las atracciones fueron progresivamente menos estimulantes, los inconvenientes empezaron a pesar más en la balanza, al no haber ya emociones positivas que los compensaran. Por desgracia, en su explicación no estaba la aceptación de su cansancio y resolvía la cuestión simplemente mostrándose crítica con el parque.

Y como este ejemplo podría ponerte miles. Y seguramente a ti te están viniendo a la cabeza muchos más.


Y claro está, a diferencia de las atracciones del parque Warner, tú mismo eres un sujeto dinámico y cambiante, que probablemente también te has ido cansando de la relación en paralelo a tu expareja, y tus esfuerzos y compromiso han sido cada vez menores, por lo qué, si a la pérdida de emoción natural que él/ella están sintiendo, añadimos que tú ofrecías algo menos estimulante, pues el desenlace es previsible y más inminente.


Por todo esto en mi práctica profesional echo mucho de menos, en la rupturas de pareja que me relatan mis pacientes, una mayor responsabilidad afectiva por ambas partes.

El que deja la relación normalmente se dedica a enumerar todos los defectos posibles del otro para justificar su salida y no sentirse responsable en absoluto, culpando al otro de que el amor no haya funcionado. Y así, destroza la autoestima de su ex y no se hace cargo de que el amor dura lo que dura, y puede mantenerse en la fantasía de que encontrará a alguien mejor con el que el amor, esta vez sí, durará siempre, como vio en las películas. Sin hacerse cargo en absoluto de que lo más probable es que simplemente se canso de su ex y el/ella no necesariamente tiene la culpa de eso.


Y poca responsabilidad afectiva también del abandonado, que culpa al otro por no cumplir sus promesas y causarle un daño horrible simplemente porque está ejerciendo su libertad de estar con quien le parezca. En lugar de agradecer los años de felicidad que nos proporcionó esta persona, nos cargamos de rabia por los que nos habría podido proporcionar en el futuro. Es como si me toca la lotería y me enfado porque me podrían haber tocado más millones. O como si veo una película fantástica en el cine y me enrabieto con los acomodadores porque sólo ha durado dos horas y yo quería que durara toda la vida.

Y aunque es verdad que cierto derecho al enfado si tienes, porque te prometieron "te querré siempre" o "estaremos juntos pase lo que pase" u otras cosas así, no es menos cierto que tú tienes un altísimo grado de responsabilidad por creerte a pies juntillas una cosa que es tan bonita como poco realista. Es igual que esos productos que anuncian en internet en los que te va a crecer el pelo en dos días si tomas no se qué, o que adelgazarás 20 kilos en un mes . Bonito pero increíble. Y por eso la inmensa mayoría de la gente no los compramos. En tu favor y descargo, lógicamente, está el hecho de que una muy buena parte de la población piensa como tú, y cree en la realidad del amor eterno, y por tanto no existe una conciencia colectiva que te alerte de no caer en esta fantasía, como si la hay por otro lado respecto a los "productos mágicos " referidos anteriormente. Y este vacío en la conciencia colectiva es parte de lo que pretendo ir llenando con artículos como este, que nos permitan afrontar el amor desde una óptica más realista y por tanto también menos frustrante y decepcionante.


Por tanto, esta mayor responsabilidad afectiva en la ruptura tendría efectos muy positivos en ambas partes:

Si eres tú quien dejó al otro, ten en cuenta que si aceptas tu responsabilidad en la ruptura porque te has cansado, has conocido a alguien o lo que sea, eres mucho más realista y podrás cerrar esta relación como un bonito capítulo de tu vida y no como un error horrible. Porque si tu historia relacional es una sucesión de errores, el balance que harás de tu vida será negativo y de infelicidad, con las indeseables consecuencias que tiene eso en términos de percepción de éxito en la vida y salud mental.

Y si tú eres el abandonado, respeta la libertad del otro, no tengas demasiado en consideración sus críticas y trata de valorar la relación por lo bueno que tuvo y no por ser más o menos larga. Acepta la realidad de que la vida está llena de cambios y que no vale de nada maldecir y tratar de rebelarse contra ellos. Acepta que habrá que cambiar y aprovecha las oportunidades que se abren en cualquier proceso de este tipo. Y si se quedaron sin hacer x cosas, vendrán otras personas con quien continuar. Harás nuevos planes y volverás a ser feliz. Nadie es indispensable, y tu también te hubieras dado cuenta de ello si la  relación hubiera durado lo suficiente como para que te cansarás tú.


Por supuesto que no es mi pretensión con este artículo que después de leer esto tú ya te encuentres bien porque ahora lo has entendido todo. Ni mucho menos. Soy plenamente consciente, y espero que tu también lo seas, de que una cosa es aceptar racionalmente una idea y otra muy distinta aceptarla emocionalmente.

Para poder estar en paz con tu ruptura vas a tener que seguir expresando muchas emociones contradictorias con los planteamientos arriba citados, pero espero al menos que este artículo te proporcione un guion que permita que esas emociones sean menos intensas y perturbadoras y te permitan aceptar el dolor que estás sintiendo sin buscar culpables en ti mismo o en el otro (siempre y cuando, claro está, que en la relación no hayas sido objeto de malos tratos de cualquier tipo, que lógicamente justificarían la rabia, el rencor y el deseo de compensación).


Para acompañarte en este difícil trance, y proporcionarte un espacio para esta expresión emocional, puede resultarte muy útil y enriquecedor empezar un proceso de terapia, donde yo podría acompañarte y ayudarte a sortear todos los riesgos de salud mental implícitos en una ruptura de pareja, a la vez que permitirte aprovechar las muchas oportunidades de desarrollo personal que se abren en este tipo de situaciones de cambio. Puedes transformar esta situación potencialmente traumática en un trampolín de cambio y desarrollo, que te capacite para afrontar el resto de esferas de tu vida desde una perspectiva más enriquecedora y saludable. Contacta conmigo y empecemos.






 




 
 
 

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